Desde estas líneas
escritas por mí, intentaré aclarar aspectos de la vida y de su ciencia
apoyándome en hechos contrastados plausibles de veracidad.
Albert Einstein
alemán de origen judío, nacido en Ulm en 1879 un 14 de marzo en el seno de una
familia judía, fue y seguramente es y será, el científico más popular del mundo
por su revolución en la ciencia, por la “Teoría de la Relatividad”. Pero
vivió en una época en que la ciencia todavía no despertaba a las conclusiones
de iconoclastas, por tanto, sumido en constantes discusiones, vivió una época
de escepticismos e interrogantes, que no dieron fiabilidad a sus teorías hasta
mucho después, de ahí que los académicos suecos en 1921, le dieran el Nobel de
Física por la ley del efecto fotoeléctrico y no por su fórmula de la
relatividad. Y aun así una verdadera explicación completa del efecto
fotoeléctrico solamente pudo elaborarse muchos años después.
Einstein llegó a
vivir los inicios de la revolución de los medios de comunicación en la radio,
en el cine, en la televisión… lo que le significó una gran fama, que le dio a
conocer mundialmente haciendo de él, un personaje público. El científico jamás
se negó a esa fama y publicidad, y a titulares de prensa que le llevaron a que
la gente le pidiera incluso autógrafos. Paralelo a su fama discurrió la
industria de la cultura y él no dejó de ser un punto de mira, que en parte le
beneficiaría. Incluso su atuendo de trajes amplios y pelo desaliñado, le
proporcionó una marca distinguible, que le enmarcaba como un científico
ensimismado en su trabajo y poco preocupado de su aseo personal. De fama es,
que decidió no llevar calcetines, por la molestia que estos le ocasionaban al
agujerearse, debido a los dedos gordos de sus pies, o la felicidad que le daba
montar en bicicleta, o fumar su humeante pipa que le tachaba de fumador
empedernido envuelto siempre, en una enorme nube de humo. Se jactaba de comer
muchos carbohidratos, dormir 10 horas diarias y caminar mucho, hasta
Pero la realidad es
que Einstein, con sus extravagancias, sus experimentos mentales y situaciones
hipotéticas recreadas con gran agudeza y esfuerzo de imaginación, casi
imposibles de reproducir, se convirtió en un icono de la física teórica,
explicando la complejidad de sus teorías tan cuestionadas por otros físicos
experimentales. Einstein fue tan refutado y discutido, que incluso en los
albores de su muerte, él se planteó rechazar algunas de sus hipótesis para ser
recordado con más seriedad. Einstein fue un científico que se salió de los
cánones establecidos en la ciencia, en propio beneficio o no, su popularidad
sirvió como influencia para causas como el sionismo o el pacifismo, admitiendo
cambios en sus propias creencias. Era hombre pragmático, pero a pesar de su
rotundo rechazo al belicismo, llegó a firmar la carta en la que se alertaba al
gobierno de los Estados Unidos, de desarrollar la bomba atómica, como avance a
la que pudieran construir los científicos alemanes, y como arma para conseguir
las democracias. La bomba atómica es un dispositivo que obtiene una gran
cantidad de energía explosiva por medio de reacciones nucleares, su
funcionamiento se basa en una reacción nuclear en cadena sostenida, produciendo
una enorme nube con forma de hongo cuando se detona a poca altitud sobre la
corteza terrestre. Mucho sentiría Einstein haber sido artífice y responsable
del proyecto Manhattan, cuando los americanos lanzaron en Japón durante
Comenzando con su
época infantil, en el último cuarto del siglo XIX, cuando Albert apenas contaba
tres años sus padres, Hermann un comerciante de novedades electrotécnicas de su
época y Pauline un ama de casa, pensaron que su hijo sufría un retraso
intelectual anormal, pues apenas hasta entonces balbuceaba palabras y no habló
con fluidez hasta los 9 años. Era reservado, vergonzoso e introvertido, no le
gustaba juntarse con sus compañeros de clase y al principio no fue un brillante
alumno, e increíblemente cierto, sus profesores llegaron a decir de él, que no
llegaría a nada en la vida. Pero hay que tener en cuenta que entonces el
sistema escolar se fundamentaba en la memorización y la autoridad de los profesores,
y todo alumno que pudiera crear tensiones por tener ideas contrarias y
manifestarlas, se convertía en un alumno no deseado. Albert nunca disfrutó
estudiando humanidades, pese a que en aquella época eran las asignaturas
primordiales por excelencia. Le costaba memorizar, por eso decían de él que
tenía “memoria de colador”, aunque él llegó a decir cuando una vez en
una entrevista se lo recordaron: “Para que memorizar si se puede consultar”.
Tenía faltas ortográficas y le costaba leer, fue por ese extraño comportamiento
en la escritura y en la lectura, que llegó a decirse que pudiera padecer
dislexia, aunque esta conjetura parte de la actualidad dado que, en esa época
esta anomalía no se contemplaba. Pero en las asignaturas de ciencias, Einstein
si fue brillante, desbancando las primeras hipótesis de los biógrafos que lo
tildaban de nefasto. La matemática como tal no constaba como asignatura, pero
si en otras ramas de la ciencia la tenían en cuenta, ahí es donde Einstein
destacó y mucho. Se dice, que el interés por la ciencia se le despertó siendo
muy pequeño, cuando su padre le enseñó una sencilla brújula de bolsillo que le
fascinó enormemente. Pero el mismo Einstein confesó que gracias a su tío Jakob
que le introdujo en el álgebra, y a otro de sus tíos que le incentivó en su
adolescencia proporcionándole libros de ciencia, fue que llegó a interesarse
por ella.
Los padres de
Einstein, tras una mala administración en los negocios, se encontraron con
dificultades financieras y tuvieron que mudarse a Pavía en Italia, cerca de
Milán. Einstein estudiaría en una escuela de habla alemana, y en 1899 toda la
familia se mudó a Suiza donde estudió en
Cuando la familia se
asentó en Aarau Suiza, Albert comenzó sus estudios secundarios y el cambió fue
notorio, ya que allí se estudiaba francés, y él no estaba preparado en ese
idioma, de ahí que necesitara realizar dos veces los exámenes de accesos al
Instituto Politécnico Federal de Zurich, pero en toda su etapa escolar no dejó,
incluso por aquel entonces, de ser brillante.
Entre sus habilidades
estuvo la de tocar el violín, influido por su madre que poseía buenas dotes
para la música, y era pianista. Con apenas siete años Einstein, ya tocaba el
violín a pesar de no saber contar casi las notas musicales, también tocaba el
piano, pero el violín fue su mayor compañía de por vida, tuvo varios violines y
a todos les llamó con el apodo afectivo de “lina”. Sus compositores
preferidos fueron Mozart, Bach, Schubert, Vivaldi, Corelli y Scarlatti, dejando
fuera de sus preferencias al afamado Beethoven, por considerarlo demasiado
dramático. De las muchas frases escritas por Einstein, la referente a la música
daba a conocer el placer que esta le proporcionaba: “Siempre pienso en
música y la música llena mis sueños de día. Puedo ver mi vida en términos de
música y de ella saco gran parte de mi alegría”.
Además de la música,
una de sus mayores pasiones fue la navegación, hasta el extremo de que pasaba
cientos de horas surcando las aguas en solitario, a bordo de los diferentes
barcos que tuvo a lo largo de su vida. A
los 18 años aprendió a navegar descubriendo su afición a la vela. Su barco más
querido fue el llamado “Tümmler” un precioso velero de siete metros de eslora
construido en los astilleros Berkhoiz de Gärsch con los planos del arquitecto
naval Adolf Harms, de este barco Einstein decía: “Podía dar veinte metros
cuadrados de velas al viento, y acercarme a la costa hasta lugares donde solo
había cuarenta centímetros de agua de profundidad, gracias a su quilla abatible”.
Además, este velero iba equipado con un motor de dos cilindros que, según él,
sonaba como una máquina de coser. Este barco fue un regalo de sus amigos al
cumplir los cincuenta años, pero solo pudo disfrutarlo cuatro años, hasta que
los nazis se lo confiscaron por su condición de judío, llegó a decir que su
barco fue de los objetos más preciados que tuvo que dejar en Alemania. En
Estados Unidos se compró un velero de casi cinco metros, al que le puso el
nombre hebreo de “Tineff”. Este y otros barcos proporcionaron muchas anécdotas
en sus singladuras marineras, donde personajes como Madame Curie fueron sus
pasajeros. A ella la llevó a navegar por el lago Leman de Suiza, y a punto de
tener un percance Curie confesó que no sabía nadar, pero por increíble que
parezca, Einstein tampoco aprendió a nadar nunca, y en más de una ocasión
estuvo a punto de morir ahogado, teniendo la suerte de ser auxiliado. Durante
toda su vida no dejó de repetir que él practicaba el deporte de la vela, porque
era con el que debía hacer menos esfuerzo en comparación con el enorme placer
que obtenía. Y anecdótico es, que gracias a su teoría de la relatividad hoy
existe para la navegación el GPS, ya que su excepcional trabajo describía como
se mueven los objetos y como afectan las fuerzas que actúan sobre ellos,
obviamente este invento sucedió años después de su fallecimiento. Unos cuantos
físicos y matemáticos lograron establecer los complicados parámetros, para que,
con una precisión de metros, se pudieran ubicar en que parte del mundo se
encontraban los barcos.
En
Cuando Adolf Hitler
llegó al poder como canciller en enero de 1933, Einstein ya había dejado
Alemania, porque comenzó a ser atacado abiertamente, no tanto así por sus
trabajos en la ciencia sino más bien, por su condición judía. El diario nazi
“Völkische Beobachter” le atacó escribiendo: "El ejemplo más importante
de la peligrosa influencia de los círculos judíos en el estudio de la
naturaleza, ha sido proveído por el señor Einstein, con sus matemáticamente
toscas teorías que consisten en algo de conocimiento antiguo y unas adiciones
arbitrarias". Él se marchó en 1932, para asentarse en Estados Unidos
donde trabajaría como profesor en el Institute for Advanced Study de Princeton
y ya no regresaría nunca más para vivir en Europa, aunque a partir de ese
momento viajó por todo el mundo para dar sus magistrales conferencias.
Continuando con su
época de juventud, Einstein nada más acabar sus estudios, no pudo ejercer en
Ya titulado y siendo
todavía muy joven publicó su primer trabajo científico en 1901, el cual trataba
sobre la atracción capilar, y en 1902 y 1903 publicó dos interesantes trabajos
sobre los fundamentos estadísticos de la termodinámica, corroborando mediante
experimentación que la temperatura de un cuerpo se debe a la agitación de sus
moléculas. Y en 1905 fue cuando a pesar de ser un joven físico desconocido,
publicó su teoría de la relatividad especial, incorporando nuevos conceptos a
los fenómenos estudiados con anterioridad por Henri Poincaré y Hendrik Lorentz.
De ahí parte con excelencia, escribir la ecuación de la física más conocida a
nivel mundial, la equivalencia de la masa con la energía, E=mc2. Ese
mismo año, sentaría las bases de la física estadística y de la mecánica
cuántica. A él le debemos que asentara las bases de la cosmología y los
misterios del átomo, siendo sin duda esos avances y descubrimientos, los que
cambiaron la historia de la ciencia en muchos aspectos.
El año 1905 fue
crucial para Einstein, el bien llamado “annus mirabilis” o año
milagroso, fue cuando consiguió finalizar su doctorado con la tesis titulada “una
nueva determinación de las dimensiones moleculares” y escribió cuatro
artículos de gran importancia y muy fundamentales sobre la física de pequeña y
de gran escala, explicando el movimiento browniano, el efecto fotoeléctrico, el
desarrollo de la relatividad especial y la equivalencia de la masa-energía.
En el artículo
titulado “un punto de vista heurístico sobre la producción y transformación
de luz”, Einstein dio una explicación completa del efecto fotoeléctrico
como pilar básico para la mecánica cuántica, dado que se proponía la idea del “quanto”,
ahora llamado fotón. El artículo sobre el movimiento browniano titulado “el
movimiento requerido por la teoría cinética molecular del calor de pequeñas
partículas suspendidas en un líquido estacionario” estaba estrechamente
relacionado con el trabajo sobre la teoría molecular, tratándose de mecánica
estadística muy elaborada sobre el movimiento térmico de los átomos
individuales que forman un fluido. Las explicaciones de Einstein proporcionaron
una evidencia experimental sobre la existencia real de los átomos. Antes de
este trabajo efectuado por Einstein, los átomos ya se consideraban un concepto
útil en física y química. La teoría atómica, la mecánica estadística
desarrollada, los radios de los núcleos y la constante de Avogadro, como el
número de partículas constituyentes de una sustancia, es decir, átomos o
moléculas, todo esto ya era conocido, pero Einstein consiguió descifrar el
movimiento atómico, con un método sencillo para contar átomos mirando a través
de un microscopio ordinario.
Respecto a la teoría
de la relatividad general (1915), presentó la ley de la gravedad, que
desbancaba la hasta entonces vigente de Isaac Newton. La gravedad paso de ser
una fuerza a distancia a una consecuencia de la curvatura del espacio-tiempo.
Eso proporcionó las bases para el estudio de la cosmología y permitieron
comprender las características esenciales del Universo. Siendo el principio
fundamental de la teoría, el denominado principio de equivalencia.
Sus últimos años de
vida, los dedicó con ahínco a trabajar para integrar en una misma teoría las
cuatro Fuerzas Fundamentales, pero no lo consiguió, y hoy esta tarea todavía es
inconclusa. La idea del Universo de Einstein revelaba que Tiempo, Espacio,
Masa, Energía y Luz son una misma cosa, pero mientras los primeros cuatro
elementos son elásticos, mutables, impredecibles y caprichosos, lo único que se
mantiene constante es la velocidad de la luz. El 29 de mayo de 1919 en la isla
de Príncipe en África occidental, el científico Arthur Eddington fue capaz de
medir, durante la observación de un eclipse total de Sol, la desviación de la
luz de una estrella al pasar cerca del Sol, corroborando una de las
predicciones de la relatividad general. Este hecho aumentó en gran medida la
fama de Einstein, al ser considerado un paso revolucionario dentro de la
física.
Tras el experimento
del eclipse hubo un llamamiento científico para darle a Einstein un premio
Nobel de Física, recibiendo sesenta y dos nominaciones para su Teoría de
Einstein en realidad
ganó el Nobel de Física de 1921 pero lo recibió un año después en diciembre de
1922 y encima, no lo ganó por su Teoría de
Einstein trabajó como
docente en Alemania, Suiza y Estados Unidos, bien como profesor o bien como
catedrático. Era un maestro innato al que le gustaba que sus alumnos le
hicieran muchas preguntas, pero era desordenado y desorganizado en cuanto a
impartir sus clases o conferencias. Cuando explicaba sus experiencias y
teorías, le gustaba dar muchos ejemplos, para así hacer más inteligible los
conceptos que pudieran parecer confusos. Uno de los ejemplos famoso es: que un
ser humano capaz de viajar a una velocidad próxima a la de la luz, podría a su
regreso a nuestro planeta Tierra, ser más joven que su hijo. En la teoría de la
relatividad, las velocidades no se suman o se restan simplemente, porque hay
que tener en cuenta como se mide el tiempo en un sistema de referencia dado. El
tiempo no transcurre igual para observadores distintos. En la suposición de que
un tren pasa a nuestro lado a
Los famosos Congresos
Solvay, promocionados por una empresa química belga cuyo mecenas era Ernest
Solvay químico industrial, fueron desde 1911 reuniones cada tres años, de los
más grandes y afamados científicos de la época, que permitirían importantes
avances en la química y la física. En el quinto congreso entre el 24 y el 29 de
octubre de 1927 se juntaron en Bruselas 29 congresistas, a cuál más titán
dentro de la ciencia, de los cuales hasta 17 congresistas tenían ya o llegarían
a tener el premio Nobel. Entre ellos y con un duelo que quedó marcado para la
historia, estaba Albert Einstein y el danés Niels Bohr, que tras un debate que
no solo se sucedió en la sala de conferencias del Instituto de Fisiología que
los albergaba, sino que trascendió al propio Hotel Metropole donde se alojaban,
llegaron a decirse: “Dios no juega a los dados” a lo que Bohr apostilló:
“Einstein deja de decirle a Dios lo que debe hacer”. Ambos regresaron
sin haberse convencido el uno al otro, y la polémica continuaría, porque
Einstein y Bohr mantuvieron su debate de por vida.
Albert tuvo muchos y
buenos amigos a lo largo de su existencia, por citar algunos, estaban sus
colegas de los encuentros Solvay, que coincidieron en varios y con los que
mantuvo buena amistad, Planck, Curie, Poincaré, Schrödinger, Pauli… y entre
ellos cabe destacar que conoció y apadrinó a un científico español, el físico
canario Blas Cabrera y Felipe, el cual ayudó a validar las teorías cuánticas
del magnetismo.
Michele Besso fue una
amistad de juventud que duró toda la vida, coincidieron en 1896 en el Instituto
donde ambos estudiaban, y mantuvieron siempre correspondencia cuando no podían
estar juntos, tal fue la coincidencia entre Einstein y Besso, que incluso
fallecieron en el mismo año. En esa misma época, tras terminar sus estudios,
con el filósofo rumano Maurice Solovine y el matemático Conrad Habicht
componentes de
Otra faceta de
Einstein fue la de inventor, aunque no se dedicó a ello de forma continua, el
haber trabajado unos años en la oficina de patentes tuvo sus frutos, y cuando
conoció a un joven llamado Leo Szilard graduado en la Universidad de Berlín y
especializado en termodinámica, la ciencia que describe el calor, ambos se
afanaron por patentar un electrodoméstico, la nevera. En esa época no eran muy
comunes y si bien una nevera enfría gracias a usar un fluido refrigerante para
absorber el calor de adentro y soltarlo para afuera, en realidad es un fluido
que se contrae y se expande, al circular por un circuito de tuberías. En las
primeras neveras se usaban gases tóxicos como el dióxido de sulfuro o el
amoniaco y los aparatos, estaban compuestos de muchas partes movibles por donde
estos gases se escapaban. Einstein y Szilard pensaron en inventar un
refrigerador, sin tantas partes movibles que lo hiciera más seguro, para ello
idearon una bomba de compresión que sustituía a la parte del ciclo que
condensaba y evaporaba el refrigerante. La bomba funcionaba usando un campo
electromagnético que movía un metal líquido, el mercurio, el cual funcionaba a
modo de pistón para comprimir el gas, aunque esto provocaba mucho ruido y era
altamente contaminante aún y así, en 1927 la firma Electrolux les compró la
patente por mucho dinero y poco a poco fueron solucionando problemas y mejorando
el artilugio que, por ese entonces, no necesitaba electricidad para funcionar.
Los laboratorios AEG también utilizaron la patente de Einstein-Szilard, pero
cuando llegó la Gran Depresión de 1929, tanto el gobierno como el comercio,
sufrieron un gran caos y desestabilidad, que impulsó a la elección del Nacional
Sindicalismo de Adolf Hitler, y dio al traste con compañías tan importantes
como la AEG, la cual se vio obligada a cerrar sus investigaciones. Einstein y
Szilard una vez exiliados de Alemania, no volvieron a retomar la mejora de su
invento.
Durante su vida
Einstein publicó artículos en revistas, capítulos en libros y libros completos.
La mayor parte de su trabajo científico fueron artículos escritos y publicados
en revistas, un total de 272 artículos de los cuales muchos de ellos,
estuvieron escritos como coautor y escribió libros con repetidas ediciones y
traducidos en varios idiomas entre ellos, en 1916 “Mi teoría de la Relatividad
Especial y General”, en 1934 “Mi visión del Mundo” y “Ensayo y Ciencia”, en
1950 “Mis últimos años” y en 1954 “Mis ideas y opiniones”. Llevaba con él
siempre un diario donde anotaba sus ideas, ocurrencias, pensamientos y escribió
sus muchas impresiones en diarios de viajes. Pero además de escribir, Einstein
sacaba tiempo para leer y una de sus obras preferidas fue Don Quijote de la
Mancha de Miguel de Cervantes, una obra universal de la literatura de
caballería, de la que Einstein decía que le servía para relajarse. Otro libro
preferido y debido seguramente a su visión filosófica de la vida, fue la
“Ética” de Baruch Spinoza escrito en latín, libro que intenta demostrar un
sistema filosófico plenamente coherente, y que se esfuerza por ofrecer una
imagen objetiva de la realidad, y por comprender el significado de una vida
ética. Otro libro filosófico que tuvo gran influencia en Einstein fue el
“Tratado de la naturaleza humana” de David Hume donde se trata la teoría del
conocimiento, la psicología de los sentimientos y la moral. La novela de Fyodor
Dostoyevski, “Los hermanos Karamazov” relacionada con la fe, la duda, el juicio
y la razón, con una trama que giraba sobre el parricidio, estaba dentro de sus
lecturas preferidas, porque era un drama espiritual de luchas morales. Y
finalmente nombrar a Goethe, donde la mayor parte de la biblioteca de Einstein
tenía libros suyos, incluso tenía un busto del autor y decía de él, que era uno
de los hombres más inteligentes y sabios de todos los tiempos.
Respecto a sus ideas
religiosas, no fue hasta 1954 que escribiría abiertamente de ellas en el libro
“Albert Einstein: Su lado humano” editado por Helen Dukas y Banesh Hoffman.
Manipuladas hasta entonces sus creencias, quiso desmentir: “por supuesto era una
mentira lo que se ha leído acerca de mis convicciones religiosas; una mentira
que es repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y no lo he negado
nunca, sino que lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que pueda ser
llamado religioso es la ilimitada admiración por la estructura del mundo, hasta
donde nuestra ciencia puede revelarla… No creo en la inmortalidad del
individuo, y considero que la ética es de interés exclusivamente humano, sin
ninguna autoridad sobrehumana sobre él”.
Einstein paso sus
últimas décadas intentando unificar las fuerzas de la naturaleza en una sola
teoría, vinculando todas las fuerzas en una sola ecuación maestra, en una sola
fórmula todos los conceptos de relatividad y mecánica cuántica, pero fue su
sueño incumplido. El hombre que fue capaz con su fórmula de curvar el
espacio-tiempo, dejo esta tarea inconclusa y lo es aún a día de hoy. Él
llegaría a expresar que después de 50 años de dedicación, no comprendía la
naturaleza cuántica de la luz.
Einstein no era
partidario de la física cuántica que le generaba dudas de difícil respuesta,
dado que afectaban a partículas demasiado pequeñas, en ello Einstein y Bohr
mantuvieron sus largos debates. Einstein aseguraba que, si se conocen todas las
variables de un sistema, y sin que haya influencias externas, se puede conocer
el comportamiento de cualquier partícula, extrapolándolo desde un átomo a todo
un planeta. Explicaba este comportamiento en su teoría de realismo local, que
implicaba que, si algo cambia en una partícula, es porque algo en su entorno lo
ha hecho. Daba el ejemplo de que si una mesa se mueve es porque alguien se ha
acercado y la ha tocado. La física cuántica postulaba que esto no ocurría en
partículas muy pequeñas, Einstein no estaba de acuerdo, pero Niels Bohr lo
defendía porque decía que las partículas son impredecibles, aun cuando se
conozcan todas las variables. Posteriormente en 1964 el científico John Bell
resolvería la cuestión diseñando un algoritmo para poder demostrar la física
cuántica y el fenómeno del entrelazamiento. Para ello sugirió separar dos
partículas a miles de kilómetros y comprobar que sus estados eran capaces de
influirse pese a la distancia y de forma simultánea. El experimento salió bien,
aceptando que las partículas pequeñas pueden ser modificadas, aunque se
encuentren separadas por el fenómeno de entrelazado de la física cuántica, sin
necesidad de que haya algo en su entorno que las haga mutar.
El 18 de abril de
1955 Einstein fallecía a los 76 años de edad en el hospital de Princeton Medical
Center, en el municipio de Plainsboro en Nueva Jersey, de un aneurisma aórtico
abdominal del cual años antes en 1948 fue operado, pero esta vez se negó a una
segunda operación y expresó “quiero irme cuando quiera. Es de mal gusto
prolongar artificialmente la vida. He hecho mi parte, es hora de irse. Yo lo
haré con elegancia”. Por expresa decisión del físico, este no fue enterrado, él
quiso tener un funeral modesto y eligió ser incinerado y que sus cenizas se
esparcieran por un rio cercano, el Delaware, para evitar que hubiera una tumba
que pudiera convertirse en un lugar de peregrinación y veneración. Pero sin su
consentimiento, su cerebro no se incineró y se conservó para el estudio de la
ciencia, este hecho fue controvertido y se hizo público en 1978. La decisión la
tomó el patólogo Thomas Harvey tras efectuarle la autopsia, él fue el artífice
de tal suceso llegando a deducirse tras un estudio minucioso, que el hemisferio
izquierdo del cerebro de Einstein, el cual está relacionado con las matemáticas,
era más grande de lo normal, y había una proporción anormal de neuronas y glía,
y la cisura de Silvio que es un surco que se localiza en los laterales del
cerebro, en el de Einstein, estaba truncada. Al parecer la anatomía era muy
extraordinaria ya que la mayoría de las personas tienen tres giros frontales, y
el cerebro de Einstein tenía cuatro situados en el lóbulo frontal medio,
incluso los lóbulos eran distintos a la normalidad y cabe decir, que se llegó a
cuestionar que Einstein naciera así, con esas características cerebrales
anómalas, y que estas se llegaron a producir en su cerebro, tras una vida
dedicada a ejercitar su mente con pensamientos muy complejos. James Gallagher
editor de “Salud” de la BBC comentó: “Para llegar a estas deducciones de separar
causa y efecto, sería necesario investigar y comparar con muchos otros cerebros
de personajes excepcionales”.
La vida familiar de
Einstein paralela a sus descubrimientos, comenzó en plena juventud. Mileva
Maric Ruzic fue la primera esposa de Einstein, una matemática servia de familia
acomodada y de carácter poco sociable, con una cojera ostensible debido a una
artritis congénita. Ambos se conocieron al estudiar en el mismo Instituto y en
1901 mientras ella preparaba el examen de licenciatura y las investigaciones de
su tesis doctoral, se quedó embarazada de Albert y esto le supuso la expulsión
justo antes de leer su tesis doctoral, porque en esa época el estudio y la
maternidad, además ilegítima por soltería, no se contemplaba. Mileva dio a luz
en enero de 1902 una hija a la que llamaron “Lieserl” de la que no hay
constancia de su paradero, dado que desapareció poco después de su nacimiento,
bien porque falleciera de la enfermedad de la escarlatina, bien porque fuera
dada en adopción. Un secreto bien guardado sin desvelar. Más tarde, en 1903
ambos se casarían con la oposición de los padres de Einstein, yéndose a vivir a
Berna, desde ese momento realizarían conjuntamente las investigaciones hasta el
punto de que Mileva escribiría: “Hace poco hemos terminado un trabajo muy
importante que hará mundialmente famoso a mi marido” y tiempo después
escribiría a su amiga Helene Savic: “Ahora él es el mejor de los físicos y le
rinden muchos honores. Con toda esta fama, tiene poco tiempo para su esposa”.
Mileva no solo ayudó
en las investigaciones a Einstein, cosa que él mismo admitiría, que sin su
ayuda no hubiera llegado a conseguir completar la teoría de la relatividad,
sino que también lo hizo con su profesor Philipp Eduard Anton von Lenard,
pionero en el estudio del efecto fotoeléctrico. En 1897 Mileva estudió un
semestre en Heidelberg (Alemania), y con su profesor trabajaron en el estudio
sobre la teoría de números, el cálculo diferencial e integral, las funciones
elípticas, la teoría del calor y la electrodinámica, a Lenard en 1905 le fue
concedido el Nobel de Física por sus investigaciones sobre los rayos catódicos
y el descubrimiento de sus muchas propiedades.
Albert y Mileva
tuvieron dos hijos varones, el mayor nació el 1904 y le llamaron Hans Albert y
el pequeño nació en 1909 y le llamaron Eduard. El hijo mayor estudió Ingeniería
Civil en la Escuela Politécnica Federal de Zurich, se graduó en 1926 y en 1936,
obtuvo el título de doctor en Ciencias Técnicas. Hans emigró a instancias de su
padre a Estados Unidos en 1938 durante la Segunda Guerra Mundial, pero allí
vivieron muy alejados uno de otro, dado que Hans Albert se encontraba en la
costa oeste y Einstein en la costa este. En su relación a pesar de que en
varias ocasiones tuvieron desafortunados encuentros, Einstein estuvo muy
orgulloso del devenir de su primogénito y entre sus palabras aseguraba:
"Mi Albert se ha convertido en un hombre capaz e íntegro". Hans
Albert desarrolló conocimientos teóricos y métodos prácticos, que ayudaron a
sentar las bases para comprender como el agua que fluye en los ríos, transporta
los sedimentos, desentrañando con ello su complejidad. Fue muy útil en la
construcción de la "poderosa estructura", que mantiene bajo control
el imponente río Mississippi. Hans falleció de un infarto a los 69 años en 1973
y en 1988, la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles (ASCE) creó el
premio “Hans Albert Einstein Award” para reconocer las contribuciones en ese
campo.
Hans Albert trabajó a
su llegada a Estados Unidos, en la Estación Experimental Agrícola de Carolina
del Sur, y posteriormente en el Departamento de Agricultura. Después se
dedicaría por entero a la enseñanza de la ingeniería hidráulica en la
Universidad de California, Berkeley. Se dijo de él que: “Poseía la rara
combinación de un científico investigador altamente competente, un magnífico
ingeniero en ejercicio y un excelente maestro". Se dedicó a asesorar a
países en todo el mundo, sobre cómo solucionar problemas críticos de
sedimentación. Einstein siendo ya muy mayor, aseguraría que su hijo: “había
heredado la característica principal de su propio carácter, la capacidad de
elevarse por encima de la mera existencia, dedicándose persistentemente a lo
mejor de su capacidad para lograr una meta impersonal”. Como si ambos coincidieran
en una misma frontera científica.
Hans contrajo
matrimonio en dos ocasiones, el segundo con la bioquímica y neurocientífica
Elizabeth Roboz en 1959 tras el fallecimiento de su primera esposa la filóloga
Frieda Knecht con quien se casó en 1927, a pesar de tener el desacuerdo de
Einstein y de Mileva porque ella era nueve años mayor que él, aunque finalmente
fue aceptada, y de esta unión tuvieron tres hijos Bernhard Caesar, Evelyn que
era adoptada y no tuvo descendencia, y Klaus Martín que falleció de difteria
con apenas cumplidos los 6 años. Bernhard por tanto, fue el único hijo natural
de Hans Albert, y tuvo cinco hijos es decir, que Einstein con su único nieto,
tuvo cinco bisnietos, Thomas Martín, Paul Michael, Teddy, Myra y Charles
Quincy, todos vivos a día de hoy y descendientes directos del eminente físico.
Bernhard, el nieto de Einstein fue físico como él y se especializó en
tecnología de tubos de electrones, específicamente en tubos de amplificación de
luz para la visión nocturna. Y sus hijos, los bisnietos de Einstein son Thomas
médico anestesiólogo en California, Paul compositor y violinista en el sur de
Francia, Teddy dueño de varios almacenes en los Ángeles, Myra es música y vive
en Israel y Charles que vive en Suiza y trabaja en un gran hospital. Todos
ellos y a pesar de su consanguinidad con Einstein, por ahora ninguno ha
heredado su genialidad. Tal vez sus tataranietos o hasta llegar a una séptima
generación, según las leyes de Mendel, nos deparen sus descendientes, alguna
genial sorpresa.
Eduard el hijo menor
de Einstein a quien llamaban con el apelativo de “Tete”, estudió Medicina,
soñaba con ser psiquiatra y estaba muy interesado en las teorías de Sigmund
Freud, pero a los apenas cumplidos 20 años se le diagnosticó una grave
enfermedad mental, esquizofrenia con brotes psicóticos y ataques violentos.
Einstein quedó profundamente afectado llegando a escribir: “la enfermedad ha
atacado al más refinado de mis hijos, al que realmente consideraba de mi propia
naturaleza, a él precisamente le ha sobrevenido una enfermedad incurable”, pero
Einstein dejo Alemania y viajó a América para asentarse para siempre, y a pesar
de mantener correspondencia intensa con su hijo, ya nunca volvieron a verse,
porque a Eduard no se le permitió emigrar a Estados Unidos por ser un paciente
con trastorno mental. Las cartas que se intercambiaron fueron profundas y
extensas, una correspondencia entre padre e hijo con un muy alto nivel
intelectual, hasta el punto de escribirse profundas reflexiones y duras
criticas mutuas por posiciones encontradas. Einstein disfrutaba mucho de las
cartas que su hijo le enviaba, no solo por las dotes que tenía este para la
escritura, sino por la profundidad de las mismas. Famosa es la frase de
Einstein que escribió a su hijo: “la vida es como andar en bicicleta. Para
mantener el equilibrio, debes seguir moviéndote”. Pero a pesar de que Einstein
no descuidó jamás a su hijo, la lejanía y la enfermedad que este padecía bajo
tratamientos aplicando electrochoques, motivo su agravamiento hasta tal punto,
que hicieron que Eduard acabara incluso odiando a su padre.
La convivencia con
Mileva comenzó a fracasar y Einstein le impuso una dura lista de condiciones
para seguir viviendo juntos bajo un mismo techo. A los 39 años Albert el 14 de
febrero de 1919, se divorció de Mileva después de dieciséis años de matrimonio
y tres hijos en común, Einstein no tuvo más hijos que los de Mileva y apenas
unos meses después de su divorcio, el 2 de junio de ese mismo año se casó con
su prima Elsa Einstein apellidada Loewenthal, que era el apellido de su primer
marido con quien tuvo dos hijas. Con Elsa, aún casado con Mileva, Einstein
mantuvo un apasionado romance. Ambos se fueron a Estados Unidos con las hijas
de Elsa, formando así una nueva familia. Este segundo matrimonio duró hasta que
Elsa falleció en Princeton el 20 de diciembre de 1936. En el divorcio con
Mileva, lo que peor llevó Einstein fue separarse de sus hijos, ya que él se
quedó en Berlín y Mileva regresó a Suiza. Einstein admitiría haber sido mucho
mejor padre que esposo y su hijo mayor Hans reveló que: “Cuando mi madre estaba
ocupada en la casa, mi padre dejaba de lado su trabajo y nos cuidaba durante
horas, nos balanceaba en sus rodillas, nos contaba historias, y a menudo tocaba
el violín en un esfuerzo de mantenernos quietos”. Pero también reconoció que
ser hijo del hombre que cambió la percepción del Universo tuvo sus
complejidades, Hans decía: “A veces es difícil tener un padre tan importante,
porque uno se siente muy insignificante” y cuando le preguntaban que se sentía
por ser hijo de un científico tan famoso, respondió: “Habría sido desesperante,
si no hubiera aprendido a reírme de la molestia desde mi infancia, pero es un
orgullo tener a un ser tan extraordinario”.
Quien realmente lo
pasó peor en la separación de Einstein y Mileva, fue Eduard el hijo pequeño,
por su frágil salud desde que nació tanto así, que Einstein llegó a decir de su
hijo: “El estado de mi pequeño me deprime sobremanera”. Mientras Einstein
estuvo en Europa, nunca se olvidó de sus hijos, los visitaba asiduamente, los
llevaba de vacaciones y de mayores los llevó con él a Berlín y Hans, le siguió
a Estados Unidos, y como a Eduard no le dejaron emigrar, fue entonces Mileva
quien le cuidó y eso le llevó a ella, a sufrir graves crisis nerviosas y varias
embolias hasta provocarle la muerte en 1948. Eduard al faltar su madre, fue
internado en un Centro Psiquiátrico de Zúrich y Einstein contrató a un cuidador
especializado para que estuviera pendiente de él, hasta que Eduard tras un
accidente cerebrovascular falleció en 1965 a los cincuenta y cinco años, diez
años después de que falleciera su padre.
Cuando a Einstein le
concedieron el premio Nobel en 1921 entregó la dotación económica a Mileva,
dado que constaba una cláusula en el divorcio donde se comprometía a ceder el
dinero en caso de serle concedido el premio Nobel, pero no quedó nunca aclarado
si esto fue, por los muchos aportes que Mileva le ayudó en sus investigaciones
o por utilizar ese dinero para sufragar los gastos del cuidado del hijo
enfermo.
Durante los
matrimonios Einstein fue probadamente infiel, eran conocidos sus escarceos
mujeriegos a pesar de que su incondicional secretaria, Helen Dukas intentaba
hacerlos pasar inadvertidos. Llegó a escribirse de ellos que, en sus relaciones
amorosas, prefería tener contacto con mujeres poco refinadas. Tuvo también
varias amantes, hasta seis conocidas entre sus aventuras, como la joven
austriaca Margaret Lebach, la rica viuda judía berlinesa Toni Mendel y
Margarite Konenkova una espía soviética. Incluso se vio atraído por su hijastra
Lise, hija de Elsa su segunda esposa. Desde muy joven demostró una especial
afición a tener compañía femenina, su éxito entre ellas le acompañaba, pero fue
a partir de los cuarenta años y tras su fama mundial al convertirse en una
estrella mediática, que se dejó llevar y querer por las muchas mujeres que
buscaron su compañía. El concepto que él tenía del amor, era una falta de
compromiso total, no quiso nunca que los lazos afectivos se interpusieran entre
él y la experimentación de la física. Llegaría a decir: “el matrimonio es un
intento fracasado de hacer algo duradero de un incidente” o “el matrimonio es
la esclavitud con vestimenta cultural” o incluso “seguramente el matrimonio fue
inventado por un cerdo antipático”… entonces ¿por qué se casó por segunda vez?,
la respuesta es que Einstein necesitaba sentirse cuidado y arropado dentro de
una familia, que le proporcionara tranquilidad y paz para desarrollar su
trabajo, y con Elsa lo consiguió, ya que ella le cuidó sin condiciones y además
aceptó su situación, permitiéndole sus muchos devaneos. Elsa falleció cuando
Einstein tenía 57 años, lo que significó quedarse solo casi durante 19 años.
Muchas mujeres
llenarían su vida, pero el amor le acompañó en su última andadura de la mano de
una bibliotecaria Johanna Fontova, una bella mujer de Praga, 22 años menor que
él. Disfrutaron juntos de la compañía mutua y ella fue la conexión con el viejo
mundo. Vivian en casas separadas, pero le acompañaba en su tiempo libre, navegaron
por el lago Carnegie de Princeton, leyeron juntos a esos autores que a ambos
agradaban, Einstein le escribía poemas y le dibujaba pequeñas caricaturas, y de
esa relación que a ojos de todos era de pura amistad, Einstein quiso garantizar
económicamente el futuro de Johanna cuando él faltara, así que le dejó su
“teoría general y uniforme del campo”, para que vendiera esos documentos, cosa
que Johanna hizo años después. Ella escribió un su diario donde recogió todas
esas vivencias con Einstein, que le llenaron de alegría y ganas de vivir, pero
cuando él faltó, Johanna insegura e inestable, amargó su carácter hasta su
fallecimiento en 1981.
De Einstein nos queda
un legado que aún está y estará vigente por siglos, un legado de discusión y
una “cuarta dimensión” por resolver. Una figura inimitable tildado de sabio
loco, a quién le llegaban cientos de cartas diarias que él respondía, porque se
veía obligado por creerse un imán para todos los locos del mundo. Hombre
sencillo, despierto y muy agudo en los hechos políticos, que le alejaban de ese
concepto de locura. Espíritu libre y rebelde, hombre de humor hasta sus últimos
días, amante de la música durante toda su vida, y cuando en su decrepitud ya no
pudo tocar el violín, se pasó al piano donde siguió improvisando notas
musicales. Queredor de los suyos, le tocó vivir en una época de prejuicios
donde el tan mal llevado hoy en día, machismo y racismo eran entonces valores
adheridos a la creencia común de la época, y a pesar de que Einstein era un
hombre progresista y tolerante, no fue capaz de ver más allá en su
comportamiento social. Quedémonos pues, con que el tiempo no es absoluto, sino
que depende del movimiento relativo. El espacio-tiempo es la identidad
geométrica de cuatro dimensiones de las que tres son espaciales y una temporal,
de acuerdo con la teoría de la relatividad, donde se desarrollan todos los
sucesos de nuestro Universo. Un Universo que le perteneció en su entendimiento
y lo ofreció al mundo. Un hombre al que le molestaba enormemente el culto a su
persona, por eso quiso estar presente, pero tan solo, en nuestros recuerdos.
Así es y así cabe recordar, al genio de los genios.
Bibliografía:
(1) Isaacson, W. Einstein: El hombre, el genio y la teoría de la relatividad.
(Anaya Ediciones).
(2) Isaacson, W. Einstein: Su vida y su Universo.
(Debate).
(3) Bodanis, D. E=mc2: La biografía de la
ecuación más famosa del mundo. (Amat).
(4) Alcalde, J. y
Pang, M. Einstein: El genio de la luz.
(Vagueta).
(5) Manso, J. Albert Einstein (Mini Biografías): El gran
pensador. (Susaeta).
(6) Retazos de
artículos publicados en internet.
Mª Ángela del Castillo Alarcos.
Doctora en Geografía.
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